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sábado, 25 de mayo de 2013

Consejos, el sobrentender de lo adecuado y el obrar correctamente.




Mira, tú lo que tienes que hacer...


¿Cuántas veces nos hemos encontrado con algún amigo, familiar o conocido que ante una situación complicada o un problema importante nos ha brindado un consejo comenzando de este modo?

Hoy me gustaría hablar sobre el comportamiento de algunas personas sobre los problemas de otros o su modus vivendi. Creo que es un tema interesante para abordar, ya que a mi parecer, existen distintos perfiles de personas que tratan de ayudarnos o aconsejarnos ante un problema, inclusive, si nadie lea ha solicitado ayuda ni opinión alguna.

Procedamos al desglose de estos sujetos en las siguientes categorías:

1. El bienintencionado.

El bienintencionado, como la propia palabra indica, es aquel que con menor o mayor conocimiento y experiencia sobre una problemática, trata realmente de asesorar al perjudicado, este perfil de persona suele expresar su opinión cuando le preguntan al respecto.

Respetuoso, no se entromete, intenta ayudar, útil.

2. El cauto.

Sin lugar a dudas mi favorito, de entrada podrás reconocerlo fácilmente con una frase muy apropiada: ¿Me permites que te de un consejo? Seguramente, tras haber oído la problemática en cuestión ha optado por intervenir, ya que cree que puede aportar alguna solución al respecto dado su conocimiento sobre la causa en particular u otro factor similar.

Suele ser bastante práctico, normalmente no es presuntuoso.

3. El autoritario.

Las cosas no se hacen así. Tal cual, sin vaselina ni nada, este pokemon se puede distinguir a una legua por su posesión absoluta de la verdad y su visión única de como proceder ante la vida, en su mente no cabe variable alguna de hacer algo diferente a como lo hace él habitualmente.

Interviene casi siempre cuando él lo considera oportuno y sin consentimiento previo de la persona afectada.

Al considerar su vida más correcta y ordenada respecto a la de la persona con el problema de turno llega a la conclusión de que el obra correctamente y tú no, sin tener en cuenta ningún tipo de factor externo socio-económico, familiar o de la índole que fuere que los pudiera diferenciar.

Irrespetuoso, nada condescendiente. ¿Práctico? Quizás.

4. El cizañero.

El rasgo característico del cizañero, es que siempre pregunta sobre el progreso del problema de marras, con un único fin, poder soltar su consejo y quedarse tranquilo, su objetivo está lejos de solventar nada simplemente quiere soltar la suya, contar alguna historia al respecto, si ya superó un problema similar en el pasado se enorgullecerá de ello delante de los presentes e invitará al afectado a que siga sus pasos.

No trata de ayudar, sólo quiere colgarse medallas y quedar bien ante todos, para darle de comer aparte.

5. El oligárquico

Este último corresponde a una persona de perfil económico medio-alto, normalmente posee un buen puesto de trabajo y una vida bien encarrilada, o al menos lo aparenta. Pues bien, el oligárquico basa todos sus consejos en el mírame a mi y mírate a ti, si quieres ser alguien en la vida deberás hacer y actuar como yo, yo soy un referente, yo yo yo, tú tú tú...

Este perfil cree que por estar en un nivel socio-económico superior al del afectado, está en posición de tomar decisiones en la vida del afectado, en ocasiones deja al afectado invalidado para tomar decisiones, a cambio de ofrecerse como colchón económico o prestarle ayudas procedentes de su estatus social.

Vejatorio, chantajista, de dudosa utilidad.

Como apunte final, me atrevería a decir que cabe la posibilidad de encontrarnos con alguna persona que reúna dos o más puntos de los mencionados.Y aquí finaliza este pequeño análisis sobre los que se cruzan a diario en nuestras vidas, sea para mejorarla o entorpecerla, para animarnos o desalentarnos.

Yo seguiré tomando mis propias decisiones, filtrando aquellas personas que pretendan intervenir en ellas y agradeciendo los conejos de aquellas que lo merezcan.

Buenos días.

sábado, 18 de mayo de 2013

"La voluntat d'un poble" o como ningunear a una gran parte de la población.



Es habitual que en los últimos meses al leer diferentes medios de comunicación, nos topemos con esta expresión: La voluntat d'un poble, osease, la voluntad de un pueblo.

Bien, la voluntat d'un poble es un concepto importado e implementado recientemente en el discurso político actual por los sectores afines al nacionalismo catalán, uno de tantos, pero me gustaría centrarme en este particularmente, ya que su uso y el empleo que se le está dando me parece muy distante de la realidad en la que vivimos.

Este término puede ser utilizado por varios ámbitos, ya sean políticos, personalidades del independentismo, políticos como el president Artur Mas, diputados de CiU, el hemisferio parlamentario nacionalista (ERC, CUP) o pseudonacionalista (ICV, PSC) diversos medios de comunicación catalanes, y como no catalanes de a pie que hablan de política como todo hijo de vecino. Dado que la responsabilidad que recae en un ciudadano de a pie dista muchísimo de la gran responsabilidad que conlleva un cargo político, me ceñiré al análisis del capo directamente, el president.

Esta expresión parece aparentemente sencilla e inofensiva, puesto que creo que nadie vería ningún problema en oír la voluntad común de un pueblo o territorio y que esta fuera llevada a cabo, ¿si Cataluña tiene un consenso pacifico y democrático sobre una cuestión, por qué no llevarlo a cabo?

Veamos, cuando el president emplea este palabro o expresión, por pueblo se refiere a Cataluña, hasta ahí creo que todos lo tenemos claro, inclusive él mismo. Cataluña tiene actualmente un censo de 7.539.618 habitantes, de los cuales un 33.7 % de la población apuesta por un Estado independiente y un 66.3 % apuestan por un modelo federal, autonómico, centralista o cualquier otro modelo dentro del marco y del Estado español, según indica La Vanguardia en esta noticia publicada el pasado 3 de mayo.

Es decir, según el estudio de opinión que nos ofrece La Vanguardia, medio conocidamente vinculado a CiU por las generosas subvenciones que les otorga el Sr. Mas, 2.540.851 catalanes quieren separarse de España para formar un nuevo Estado catalán y 4.998.766 catalanes quieren seguir siendo españoles, dentro de un modelo autonómico, federal o centralista pero españoles al fin y al cabo. Obviamente, de las cifras anteriores deberíamos restar a los menores de edad, claro está.

Personalmente no doy crédito. El president nos había dicho a los catalanes que el iniciaba esta empresa, este proceso soberanista, por un clamor popular, por la voluntad de un pueblo que según él se había manifestado rotundamente y que ya estaba harto del maltrato constante recibido por Madrit (sic). Ergo, ¿a qué estamos jugando? ¿Por qué se usurpa la pluralidad de voluntades del pueblo catalán y se presenta como una única siendo esta la minoritaria? ¿Para ocultar los numerosos casos de corrupción acaecidos últimamente en Cataluña? ¿Para desviar la atención sobre la pésima gestión del govern? Vaya usted a saber, podríamos profundizar mucho en las variables y esto sin duda daría material suficiente para una nueva entrada en el blog.

Concluyendo, cuando vean a alguien hinchándose la boca sobre la voluntad de los catalanes, la voluntad de un pueblo o la voluntad de Cataluña, fuere cual fuere la voluntad indicada, yo, en un pequeño ejercicio de pedagogía instaré al orador de turno o a quien proceda, que recapacite, o directamente, que deje de engañar al personal.

Buenos días.




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